Cada vez que a un niño le entregan un dispositivo móvil sin ser supervisado, están en gran riesgo de corrupción en línea. Los videojuegos violentos, la pornografía, el acoso y la explotación sexual le están llegando a los más vulnerables de una forma cada vez más precisa y frecuente. Los padres no entregarían un cuchillo a su hijo de dos años, pero sin pensarlo dos veces, les entregan un dispositivo mucho más dañino y extremadamente adictivo. Mientras que los padres se preocupan por el gluten o demasiado azúcar, sus hijos están pasando la mayor parte de sus horas de vigilia perdidos en un mundo virtual desprovisto de todos los factores críticos para el desarrollo, el comportamiento y el aprendizaje.
Ante la falta de movimiento, que es tan necesario, falta de contacto, conexión con otros humanos y la naturaleza, estos niños «desapegados» llegan cada vez más a la consulta médica debido a las consecuentes conductas problemáticas. Separados de sus figuras primarias de apego, es decir los padres, estos niños andan a la deriva en un mar de incertidumbre, negligencia, y ninguna regla o estructura necesaria para convertirse en seres socializados y autosuficientes.
Caracterizados por la agresión y la falta de autorregulación, estos niños a menudo antisociales y retrasados en el desarrollo están cada vez más en riesgo de recibir diagnósticos de salud mental tales como Trastorno por déficit de atención con hiperactividad, asperger, autismo, depresión, ansiedad y trastornos bipolares. Muchos de estos niños también presentan riesgo de comportamientos violentos explosivos o incluso conductas suicidas. A medida que los padres y maestros luchan por manejar estos niños, la salud, la educación y los gobiernos sociales enfrentan déficit de financiamiento e inminente crisis financiera. Este artículo describe cómo la obsesión y la adicción a la tecnología de los padres y el consiguiente abandono y desapego de los niños amenaza la sostenibilidad infantil del siglo XXI.
Tan pronto como un bebé nace en el mundo, su trabajo es formar un vínculo funcional con el padre o adulto más cercano. Esta tarea implica cada vez más la competencia del niño con cualquier dispositivo con el que el padre está pegado, llámese iPhone, tablette, TV o incluso juegos de video y computadora. Mientras mamá o papá miran fijamente sus pantallas, el niño pronto aprende que para formar este vínculo que sostiene la vida, ellos también deben reprimir su necesidad de conexión humana, y también mirar una pantalla. Buscar contacto visual y físico no es recompensado, pero en su lugar, lo que parece complacer a mamá y papá es que el bebé se involucre fuertemente con sus propias pantallas. Los padres refuerzan este desapego alardeando a los amigos «miren cómo el niño está tan interesado en la pantalla, mira que es capaz de buscar videos solito», como si esto denotara algún tipo de inteligencia o habilidad avanzada, cuando en realidad, el niño está tratando lo más que puede de ser y hacer lo que saben les proporcionará un enlace de unión. Mientras que realmente desea el afecto y la atención de los padres, el niño reprime estas necesidades, adaptándose a estar en un lugar que lo ponga disponible para una mirada ocasional o una sonrisa, una palabra bondadosa o un beso. A medida que avanza el desapego paterno-infantil, el niño se vuelve cada vez más desesperado y ansioso por apegarse a algo, lo que sea que les ayude a llenar el doloroso vacío que queda dentro. A medida que aumenta la ansiedad infantil, que por cierto es la «enfermedad mental» más diagnosticada del niño hoy en día, también lo hacen los comportamientos problemáticos, los trastornos del sueño y el caos.
Ahí es donde entran en juego esos objetos que se tienen entre manos. Son predecibles, controlables e inmensamente entretenidos. La computadora de mano se convierte en el sustituto para el padre ausente.
Sustituyendo el apego funcional, tanto los padres como los niños forman adicciones insalubres con estos dispositivos humanos aparentemente sustitutivos … y así comienza la vida en el siglo XXI. Desafortunadamente, hay un costo inmenso en la deshumanización y la mecanización del apego, y ese costo es pagado por los padres, los maestros y eventualmente la sociedad en su conjunto. El costo del desapego de los niños es inmenso, costoso y prácticamente no está siendo detectado por la salud actual, la educación ni los profesionales de servicios sociales … pero esto no seguirá pasando desapercibido por mucho tiempo.
Las guarderías infantiles, los preescolares, las escuelas y colegios, y los centros deportivos y culturales extraescolares, están luchando con el manejo de estos niños desapegados, que parecen carecer de todas las habilidades sociales, no pueden esperar ni ceder el turno, lloran constantemente, Intimidan a otros niños, y si pueden hablar inteligiblemente (muchos no pueden cuando son escolarizados), lo hacen con actitudes de desafío y en desorden. Estos niños desapegados no se sienten bien y buscan consuelo en todas partes, pero no confían en nadie, ¿por qué deberían hacerlo? Nadie estaba allí para ellos, y tuvieron que aprender muy temprano cómo defenderse por sí mismos, y así lo hicieron. Pelear, empujar, dar puñetazos, patear y decir palabrotas parece la norma, y llegan a hacerlo de forma casi automática. Tomemos el ejemplo del juego de video “Grand Theft Auto V”: se trata de robar autos, matar gente, escaparse de la policía. También está la exposición precoz a la pornografía. Incluso las niñas quedan atrapadas en esta «trampa del amor», ansiando el afecto y la atención que les ha sido negada. Estos niños son objetivos fáciles para la depredación sexual a través de sitios de redes sociales, predominantemente Facebook, estas niñas están cayendo como moscas en manos de los cárteles de comercio sexual, otorgándole a sus captores ganancias de hasta $ 1 millón de dólares al año para un equipo de 5 niñas. La Trata de Personas (TIP, por sus siglas en inglés) es un mercado que ahora es más lucrativo que el comercio de armas o drogas y está creciendo exponencialmente. Como la exposición al porno es en promedio de seis años, con más de la mitad de los usuarios activos de 10 años de edad, la adicción se desarrolla, aumenta la tolerancia, y aumenta la depravación. En cuanto a la pornografía infantil y la prostitución en la adolescencia, estos jóvenes se dirigen por un camino que conduce a la disfunción eréctil, la depresión y el suicidio.
Las familias son un conjunto, y cuando los miembros de la familia se aíslan el uno del otro, su manada no puede sobrevivir. Los padres harían muy bien en sentarse en familia y discutir con cada uno, adultos y niños, acerca del uso de la tecnología dentro de la familia, y de qué manera se están aislando los unos de los otros.
Es hora de dejar de individualizar un problema que es realmente de origen sistémico. Por ejemplo: no son los niños los que tienen el problema, son los padres y los maestros quienes están entregando los dispositivos a los niños en lugar de dar relaciones interpersonales y contacto humanos. En Canadá, en la región de Columbia Británica, el Ministerio de Educación ha renombrado a los maestros con el término de «facilitador», indicando que en el futuro, todo el aprendizaje será en línea. Este Ministerio está estableciendo una infraestructura para apoyar el despido masivo de maestros, y el movimiento hacia el reemplazo de maestros con computadoras. Esta iniciativa no sólo carece de juicios sólidos y pruebas de investigación, sino que es un pensamiento completamente atrasado y garantizará el declive no sólo de la alfabetización y la capacidad de aprender, sino también el declive de la humanidad como lo conocíamos. Los dispositivos no enseñan, los maestros enseñan. Los dispositivos no forman apegos funcionales, los padres lo hacen. Es hora de sacar nuestras cabezas de nuestros dispositivos, y prestar atención a nuestros hijos. Ya es demasiado tarde.
Tomado de http://movingtolearn.ca/2014/detachment-disorder-lets-call-it-what-it-is